Autor: José López-Tafall, director general de ANFAC

Esta Tribuna se publicó en El Economista en marzo de 2020

Vivimos una época crítica. El coronavirus es un fenómeno de consecuencias impredecibles, ante todo por el gravísimo impacto que está teniendo en la salud, su alto coste en vidas y la tensión insostenible que está generando en los servicios  sanitarios y en la economía en general. Nunca, desde las últimas guerras, se había visto un parón igual en la economía de países enteros.

Y quiero destacar aquí, especialmente a mi sector, a la industria de la automoción. Somos casi el único sector industrial que ha parado por completo la cadena de valor y el primero en hacerlo. La expansión de la pandemia, la tensión en la llegada de los suministros y las crecientes exigencias del estado de alarma nos han llevado a tomar decisiones duras, difíciles pero responsables para proteger la salud de nuestros trabajadores y de la sociedad.

« Somos casi el único sector industrial que ha parado por completo la cadena de valor y el primero en hacerlo »

En aras de esta responsabilidad, hemos recuperado las medidas de flexibilidad laboral que han conseguido relanzar a la industria en épocas de crisis anteriores. Los expedientes de regulación de empleo temporales y otros mecanismos de modulación de la producción  nos sirven para ganar tiempo, reducir costes y mantener nuestras plantillas para reiniciar la actividad industrial tan rápido como se pueda, cuando se cumplan las mejores condiciones de sanidad y seguridad. Para eso, la industria siempre ha contado con una buena representación sindical y un largo historial de negociación que nos permite llegar a acuerdos. Un amplio porcentaje de empleos en nuestra industria es de alta cualificación, invertimos muchos recursos en la formación de estos trabajadores, por lo que tenemos que conservarlos para no empezar de cero.

La competitividad de nuestras fábricas y plantillas han permitido proteger y mantener, durante los difíciles años de la crisis económica y después, lo que llamamos “el milagro español de la automoción”. Porque  producimos tres millones de coches y solo consumimos en nuestro mercado natural, en España, alrededor de 1,3 millones, y la gran mayoría no son fabricados aquí. Más del 85% de lo que producimos se vende fuera de nuestras fronteras y, según nuestros datos de producción, con una alta aceptación en los mercados, especialmente en los europeos. Mientras en febrero las matriculaciones caían en los grandes mercados, como Alemania, Italia o Reino Unido, nuestras exportaciones de vehículos crecieron cerca de un 7%. Tenemos un gran sector, una de las bases de la industria española, y representamos el 10% del PIB y cerca del  9% del empleo.

Arrancar desde cero y poner en marcha la cadena de valor para que recupere el ritmo de producción que llevábamos será un esfuerzo ímprobo. En primer lugar, hemos de recuperar  un mercado hundido. Los concesionarios están cerrados en su totalidad y los pocos vehículos que se venden responden a pedidos realizados antes del estado de alarma. Hemos pasado de vender 4.500-5.000 turismos diarios a menos de 500 al día. Estimamos que el mes de marzo registrará una caída del 60%, una caída que puede prolongarse en función de lo que dure el estado de alarma y que no se restablecerá según se abran las puertas de los comercios. Las matriculaciones ya partían este año de una situación de debilidad, con una caída prevista del 5% y esta situación aumentará la incertidumbre  de los consumidores sobre el futuro de la economía del país y la suya propia. Como en la época de crisis económica, si los usuarios tienen dudas al respecto de sus empleos y finanzas, difícilmente van a abordar la compra de un vehículo nuevo.

 Como en otros ámbitos de la sociedad, para salir de esta crisis hemos de trabajar juntos, empresas, trabajadores y administración. Vamos a necesitar un plan de choque de relanzamiento del sector que recoja medidas específicas para  la automoción en su conjunto y que sirva para recuperar rápidamente el mercado y la producción. Necesitaremos medidas coyunturales de apoyo a la inversión, a la competitividad y unos planes de ayuda a la compra que se centren ahora en la renovación integral del parque y en el estímulo de las ventas de vehículos, manteniendo como es lógico una especial incidencia en los vehículos electrificados e híbridos. 

«Es necesario un plan de choque de relanzamiento del sector que recoja medidas específicas para  la automoción en su conjunto y que sirva para recuperar rápidamente el mercado y la producción»

Recuperar el mercado y las ventas de  automóviles es además fundamental también para cumplir con nuestro compromiso de descarbonización del parque en 2050 y con nuestros objetivos a corto y medio plazo de reducción de emisiones.

En ese contexto va a ser necesaria además una apuesta reforzada por impulsar las infraestructuras de recarga, tanto domésticas y urbanas como interurbanas y de alta potencia. Los modelos están a la venta pero sin una infraestructura de recarga extensa a nivel urbano, y que en los tramos interurbanos se asemeje en condiciones de uso al repostaje convencional, será muy difícil su generalización.  Del mismo modo hay que impulsar las infraestructuras que dan servicio a los nuevos vehículos industriales, más eficientes y limpios, parte importante de nuestro tejido industrial. Si estas carencias se resuelven aceleradamente ayudaremos también a recuperar la demanda, sobre todo  en una situación en donde ha crecido la incertidumbre sobre el futuro económico.

«Es posible volver rápido a donde estábamos, que la recuperación en V es posible, y que si lo hicimos en la crisis pasada también lo haremos ahora»

Los fundamentales del sector siguen ahí. Tenemos un sector industrial modelo, altamente competitivo y con un capital humano muy cualificado. El sector, además, apuesta por un cambio estructural para enfrentarse a las nuevas necesidades, como la reducción de emisiones, la digitalización o los nuevos servicios de movilidad: reforzarse para seguir siendo líderes. En ese proceso se ha cruzado una tragedia humana, el coronavirus, que va a tener un impacto económico muy importante. Desde ANFAC pensamos que es posible volver rápido a donde estábamos, que la recuperación en V es posible, y que si lo hicimos antes en la crisis pasada también lo haremos ahora.

Trabajando juntos podemos conseguir que esa recuperación, aunque dolorosa, sea rápida. De ahí la importancia de colaborar en desarrollar e impulsar ese plan de choque. Conseguirlo será de nuevo un ejemplo al mundo de que este país apuesta por el automóvil, cuida sus joyas industriales, y sin duda ayudará a traer más producción y servicios a España. En eso estamos.

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