Autor: Mario Armero
Esta Tribuna se publicó en El Mundo el pasado 13 julio 2018
Dice la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que “el diésel tiene los días contados”. Y yo me pregunto qué pasaría si de un día para otro se dejaran de vender coches diésel. Y también me pregunto qué les pasa por la cabeza a todas esas personas que compraron vehículos diésel hace poco y de repente, ven que no van a poder usarlo como pensaban. No vamos a negar que el diésel tiene un impacto decisivo en la calidad del aire de las ciudades. Hay que hacerle frente a ese problema. Pero ¿es la solución proscribir los vehículos diésel y ponerles fecha inmediata de caducidad?
Si queremos enfrentar de verdad la contaminación en los centros urbanos, tendríamos, y no nos cansamos de decirlo, que eliminar de manera decisiva los vehículos viejos que siguen circulando. Yo también cuento días, los que quedan para que dejen de circular 14,5 millones de vehículos de más de 10 años en España. Emiten hasta un 90% más que un vehículo diésel moderno Euro6 y esta progresión nos deja la duda de sí en 2025 no será aún mejor. Los fabricantes están poniendo todo de su parte en la mejora de las tecnologías, con inversiones de 10.000 millones al año en España. Pero estas mejoras tienen que llegar al público general. Así que hay que convencer al consumidor con estímulos fiscales de que aborde ese gasto para mejorar su vida en la ciudad.
Pero además, el cambio de diésel por gasolina tampoco es la solución única. Más que nada porque nos topamos de bruces con los objetivos de reducción de CO2 de la Comisión Europea. Si crece el consumo de vehículos gasolina, España tendrá más dificultades de cumplir con sus compromisos europeos.
Los vehículos alternativos son otro de los elementos clave en este nuevo parque necesario. Pero ¿dónde los cargamos? Yo cuento también los días en los que se aprobará un verdadero plan de infraestructuras de recarga rápida para estos automóviles y en el que dejará de haber incertidumbres al respecto de si se pueden cargar los vehículos en hoteles y centros comerciales de manera gratuita. Cuento también los días en los que se aprobarán ayudas estructurales, como reclama la industria, para estimular la demanda de estos vehículos.
Y en esta encrucijada, me pregunto si el Gobierno se ha planteado el hecho de que hay 17 fábricas de coches en este país que necesitan una respuesta y no más incertidumbres. Porque el 42% de su producción son vehículos diésel y están dispuestos a adecuarse a la demanda si hay un escenario de estabilidad que lo justifica. Un mercado fuerte justifica inversiones y alta fabricación. Podemos ser líderes en fabricación de vehículos alternativos, ya lo hemos sido y debemos aspirar a más. Pero necesitamos mucho más que contar días para proteger la industria, el medio ambiente y la sociedad. Una transición industrial ordenada y un enfoque integral de la movilidad, que de respuestas a las incertidumbres, son la verdadera respuesta. Ministra, cuenta usted con todo nuestro apoyo para la descarbonización, la mejora de la calidad del aire y la nueva industrialización. Necesitamos trabajar juntos.