Autor: José López-Tafall, director general de ANFAC
Esta tribuna se publicó en el Especial de Industria del Diario de Navarra el 1 de noviembre de 2020
Este año 2020 ha supuesto un duro reto para el sector de la automoción. La industria se enfrenta al mayor cambio en toda su historia con su transformación hacia la industria de la movilidad, con la descarbonización y la digitalización como ejes de este cambio. Pero en el camino de esta imprescindible transición, el coronavirus asestó un duro golpe a la sociedad, la economía y la automoción en concreto, que tuvo que paralizar la actividad en toda la cadena de valor. Nunca en la historia se han registrado cifras de caída del mercado tan bajas como en el mes de abril, con fábricas y concesionarios cerrados. Esta situación, sin embargo, añade nuevas exigencias y necesidades, como la de recuperar el mercado lo antes posible pero no frena nuestro propósito de avanzar hacia una movilidad sostenible y libre de emisiones.
«El COVID19 añade nuevas exigencias y necesidades, como la recuperación del mercado, pero no frena nuestro propósito de avanzar hacia una nueva movilidad sostenible y libre de emisiones»
José López-Tafall
Es por eso que nos enfrentamos a un momento decisivo, crítico porque podemos y debemos aprovechar la oportunidad que supone la recuperación de la crisis. El Plan de Impulso a la Cadena de Valor del Sector de la Automoción ya pone sobre la mesa que el reto no es a corto plazo, que necesitamos seguir trabajando con un horizonte temporal más largo pero que no podemos olvidar el ahora. Ahora es momento de actuar y avanzar hacia la transformación del sector.
La industria de la automoción representa el 11% del PIB y empleamos al 9% de la población activa en España, especialmente en regiones que, de otro modo, perderían buena parte de sus habitantes. Somos un importante motor económico con un fuerte efecto arrastre en otros sectores económicos y como tal, su transformación ha de priorizarse con inversión, herramientas eficaces y, sobre todo, con coherencia. El plan de recuperación europeo, más allá de atender la crisis del mercado y producción, ha de ser un importante estímulo para la reconversión industrial de la automoción que nos permita mantener la potencia de la industria automovilística española, e impulsarla, con los ejes de la descarbonización y la digitalización, para que sea un polo de atracción de nuevas adjudicaciones, tecnologías y modelos de futuro.
Hemos de aprovechar este esfuerzo económico para enfocarnos en los objetivos de descarbonización y digitalización que la transformación a la nueva movilidad exige, pero recordando que hemos de alcanzar estos nuevos objetivos no con menos industria, sino con más industria; no con cero coches, sino con cero emisiones. Este proceso durará al menos dos décadas, y por eso es necesario un compromiso-país que demuestre que España cree en su propia industria, que cree en su industria de la automoción.