Tribuna de opinión de Wayne Griffiths, presidente de ANFAC, publicada el 26 de mayo en el Anuario de Motor de ABC
España comenzó a fabricar vehículos a motor a finales del siglo XIX tratando de imitar a sus vecinos europeos y, 135 años después, la industria de automoción del país afronta una transformación integral y completa de su modelo de negocio.
Europa ha fijado para 2035 la prohibición de venta de los vehículos de combustión. Es un reto máximo. 12 años en nuestro sector es pasado mañana. Sin embargo, la industria ha cogido el guante y ha hecho suya la descarbonización de la industria y su compromiso con el medio ambiente.
«La industria ha cogido el guante y ha hecho suya la descarbonización de la industria y su compromiso con el medio ambiente«
Wayne Griffiths
De hecho, los fabricantes de automóviles nos hemos puesto las pilas: en Europa vamos a invertir 250.000 millones para cambiar nuestro modelo de negocio y pasar de fabricar vehículos de combustión a automóviles sin emisiones. Pero, además, nos hemos comprometido a fabricarlos siendo neutrales en carbono, utilizando cada vez más energía renovable, reduciendo los consumos de agua y reciclando materiales para construir piezas nuevas.
Y, además, los fabricantes de automoción integrados en ANFAC apostamos por convertir a España en un hub de electromovilidad. Queremos que cuando sólo se fabriquen vehículos cero emisiones, el país continúe, como mínimo, siendo el segundo fabricante de automóviles europeo y noveno mundial.
Por eso, todas las marcas presentes en Europa hemos anunciado que cumpliremos con el reto de que en 2035 sólo venderemos vehículos cero emisiones. Hemos lanzado más de 200 variantes de modelos con enchufe al mercado. Nosotros estamos haciendo los deberes, como se ha podido ver en la edición del Automobile de Barcelona que se ha celebrado este mes de mayo. Incluso muchos de los socios de ANFAC ya han anunciado que serán 100% eléctricas a finales de esta década.
No sólo hemos lanzado modelos electrificados al mercado, sino que nuestras sedes y sus consejos de administración, todos ellos fuera de España, han materializado fuertes inversiones para ensamblar tanto baterías aquí como para producir vehículos electrificados. Estamos comprometidos y vamos a sudar la camiseta para seguir siendo competitivos.
Ahora bien, solos no podemos ganar el partido. Necesitamos la colaboración público-privada para dar un impulso a la electromovilidad. Hoy, España está muy rezagada en la electrificación en Europa. En el primer trimestre de 2023, las ventas de turismos nuevos eléctricos e híbridos enchufables supusieron el 10,7% mientras que la media de los 27 países de la Unión Europea fue del 19,2%. Más clara es la comparación con nuestros vecinos portugueses. Ellos tienen menor renta per cápita que nosotros y la cuota de mercado de los turismos electrificados fue del 26,6% en ese mismo período.
«Solos no podemos ganar el partido. Necesitamos la colaboración público-privada para dar un impulso a la electromovilidad»
Wayne Griffiths
Desde ANFAC venimos insistiendo en los últimos meses de la necesidad de tomar medidas urgentes para acelerar la transición hacia los vehículos de bajas y cero emisiones. Y le hemos propuesto al Gobierno medidas fáciles de aplicar y que replican lo que están haciendo nuestros socios europeos, obligados como nosotros por esa fecha límite de 2035.
Estamos a favor del plan Moves III que cuenta con un presupuesto suficiente. Pero la gestión del dinero debe ser más eficiente, Las ayudas a la compra de un vehículo electrificado deben llegar antes, y deberían ser directas, descontadas del precio del vehículo en el momento de la compra como ya ocurre en otros países como Alemania. Se trata de facilitar la transición hacia la movilidad de bajas y cero emisiones; no de hacerla más farragosa.
La fiscalidad es el segundo elemento clave. Un ejemplo: en Portugal los incentivos fiscales a las empresas para la compra de vehículos electrificados son determinantes para que muchas de ellas cambien sus turismos y furgonetas por unas más limpias. No hay que olvidar que son las empresas las que más renuevan sus flotas y más apuestan por la electrificación. Es imprescindible que el sistema fiscal ayude más a la transición, facilitando a las empresas y ciudadano el cambio, algo sobre lo que en España hay mucho por mejorar.
El tercer pilar para acelerar la penetración de vehículo electrificado es acelerar la infraestructura de recarga pública. El Gobierno tenía previsto, para cumplir sus objetivos de descarbonización, que este año contáramos con un mínimo de 80.000 puntos de recarga de acceso público, y cerramos 2022 con poco más de 18.200 puntos, según el Barómetro de Electromovilidad de ANFAC. Con el agravante de que el 80% de los mismos no son puntos de carga rápido. En este sentido, mejorar la gobernanza del proceso es clave. Como también lo es la agilización de los trámites burocráticos para una rápida instalación de un punto de carga público, o facilitar al usuario una única forma de pago de las cargas, ya que, hoy, no hay interoperabilidad real entre los puntos de carga instalados.
Todos los agentes implicados en la movilidad percibimos que nos quedamos atrás. El Gobierno también lo sabe y así nos lo ha trasladado. Y nosotros le hemos insistido en que no podemos perder más tiempo. Por eso proponemos medidas fáciles y rápidas a la hora de ser implementadas. Estamos a tiempo, pero no podemos perder otro año sin actuar. Es necesario salir a ganar y, para ello, España necesita un modelo de movilidad en el que el vehículo sostenible y conectado sea parte de la solución para descarbonizar el transporte y no del problema.
«No podemos perder más tiempo. Por eso proponemos medidas fáciles y rápidas a la hora de ser implementadas»
Wayne Griffiths
Debemos seguir siendo un país amigo del automóvil, con un modelo industrial que apueste por un sector que supone el 10% del PIB y emplea a más de 2 millones de personas. En este sentido, España debería valorar si realmente este es el momento de que Europa introduzca, además, una normativa de emisiones más restrictiva y costosa. Sobre todo, para los vehículos pequeños de combustión, los que hacemos en España.
Si los vehículos de combustión van a desaparecer en 2035 y con la nueva norma EURO7/VII sólo se reducen las emisiones entre un 2% y un 4%, ¿tiene sentido dedicar hasta 35.000 millones en una tecnología que tiene fecha de caducidad? Claramente, no. Sería mejor eliminar esos miles de vehículos de más 15 y 20 años que circulan por nuestras carreteras que, no sólo contaminan más, sino que son menos seguros. Y acelerar en la electrificación.
El objetivo final es ganar la descarbonización. Mejor llegar a ella por el camino más corto: a través de la tecnología y no de la ideología. Aquella ya lo está haciendo, la última traba el partido y lo afea confundiendo a ciudadanos y empresas a la hora de dar el salto a la movilidad de bajas y cero emisiones.